El Español en USA: Memoria and Resistance

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Me inculcaste el odio hacia mi idioma. El español lo rechazaste, como peste lo valoraste. El inglés lo alabaste, como lengua suprema lo elevaste. I don’t need Spanish, I told my mother and it pierced her heart. I’m American, le repetí, American, le grité. Mr. Smith’s words echoed in me: “English only, Juan. Spanish will deform your lips and rot your tongue.” Petrified, el inglés abracé y solo a él, me aferré. Now, I’m in Spanish class undoing the trauma and writing en español[1].  

“¡Habla inglés, estamos en Estados Unidos!” le dijo a mi tía en un tono cargado de superioridad. Era un transeúnte y las palabras en español de mi tía no estaban siendo dirigidas a él. “Y usted, ¿qué le dijo?” le pregunté incrédulamente. “Nada, mija. Hay muchos como él”, contestó mi tía. Lamentablemente, ella tenía razón. La creencia que solo el inglés debe ser hablado en EE.UU. es una ideología que ha sido diseminada por siglos en los Estados Unidos. A principios de los años 1900, el presidente Theodore Roosevelt clamó, “Solo tenemos lugar para un idioma en este país, y ese idioma es el inglés”. En 1998, California pasó la controversial Proposición 227 que eliminaría la educación bilingüe en las escuelas públicas. A pesar de que California tiene una de las poblaciones más abundantes de personas que no son nativas hablantes del inglés, tomó casi veinte años para que la Proposición 227 fuera revocada. En 2015, Donald Trump criticó al exgobernador de la Florida Jeb Bush por hablar español: “Es un buen hombre. Pero debería de poner el ejemplo y hablar solo en inglés en los Estados Unidos”. Al hacer esta declaración, el presidente Trump insinuó que los angloparlantes monolingües son buenas personas mientras que los hispanohablantes no lo son. La facilidad con la cual podemos grabar todo en nuestros dispositivos ha expuesto numerosos casos de ataques en contra de hispanohablantes por parte de personas que se enfurecen por el simple hecho de escuchar el idioma español. En el 2019, una maestra sustituta en Texas fue captada en video mientras le decía a un estudiante, “Habla inglés, estamos en Estados Unidos. Dame tu teléfono”. En West Virginia, un cliente le dijo al gerente de un restaurante, “sal de mi país” y le exigió que hablara solamente en inglés. En Wisconsin, una mujer atacó verbalmente a un grupo de puertorriqueños que estaban en un parque escuchando música en español. En la ciudad de Nueva York, donde el 48% de la población no habla inglés en sus hogares[2], un abogado amenazó con llamar a inmigración después de que escuchó a dos mujeres hablar en español en un restaurante. Estos incidentes no son sucesos extraños causados por individuos fuera de sí – son el fruto de la historia de esta nación; una historia marcada por el racismo y la supremacía blanca.

La insistencia de que el español no se debe hablar en EE.U.U. es impulsada por creencias anti-inmigrantes y racistas que son históricamente erróneas. Las políticas, las ideologías y los comportamientos que exigen que solo el inglés sea hablado en los EE.UU. no pueden ser examinados sin tomar en cuenta la supremacía blanca. El hecho de que el inglés es el idioma más comúnmente hablado en los EE.UU. es indiscutible, pero los EE.UU. no tiene un idioma oficial a nivel federal. La ideología anti-idioma-español asume erróneamente que el español es la lengua de invasores foráneos. El español no es una lengua extranjera y, en muchas partes de EE.UU., goza de una historia aún más larga que el inglés[3]. En 1848, el Tratado de Guadalupe Hidalgo acabó con la guerra mexicano-estadounidense y EE.UU. tomó posesión del 55% de territorio mexicano, el cual incluía lo que ahora se le conoce como California, Arizona, New Mexico, partes de Nevada, Wyoming, Utah, y Colorado. En 1898, el Tratado de París culminó la guerra hispano-cubana-estadounidense y Puerto Rico se convirtió en territorio estadounidense. En 1917, se les otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños a través de la Ley Jones. Actualmente, hay cerca de 53 millones de hispanohablantes en los Estados Unidos. Hay más personas de habla hispana en EE.UU. que en cualquier otro país del mundo, a excepción de México[4]. “Habla inglés, estamos en Estados Unidos” no es solamente una declaración rotundamente ignorante, sino un atentado en contra de nuestra propia existencia.

You told me that if I spoke a little less Spanish you would love me, that if I looked a little more white, you would hug me. I masked my brownness, buried my language and still, you despise me. Jesus is light, Jesus is white! You color-coded my existence. Now, I’m in a dark place, a brave space[5].  

“Con tu cara hacia la pared, te inclinabas y [la/el maestra/o] tomaba una tabla y te pegaba en tu trasero y era los suficientemente duro que tu cabeza rebotaba contra la pared”, recuerda Irene Tovar, directora ejecutiva de la Latin American Civic Association y egresada de Pacoima Elementary School en la ciudad de Los Ángeles. ¿La infracción? Hablar español, ya sea en el salón de clases o en el patio de la escuela. Este no era un caso aislado en los años 60-70 o uno que provocara la ira colectiva o las demandas civiles. El que los maestros les lavaran la boca con jabón a sus alumnos hispanohablantes, les pegaran y los abusaran físicamente era una forma de castigo habitual y aceptada. La/os niña/os latina/os fueron instruida/os a través de medidas violentas que el español era sucio, indeseable, detestable y transgresivo. El mensaje que recibían era que el idioma que sus padres hablaban era inferior y debería ser olvidado. El sistema educativo de los EE.UU. les enseñó a la/os niña/os latina/os a avergonzarse del idioma español, extirpándoselo violentamente. Traumatizada/os por el abuso que habían sufrido, cuando esta/os niña/os se convirtieron en madres y padres, mucha/os de ella/os tomaron la decisión de no enseñarles el idioma a sus hija/os.

Pese a la cuantiosa evidencia que apoya el bilingüismo, mucha/os maestra/os y administradora/es bien intencionada/os, promueven el monolingüismo en inglés y les aconsejan a los padres que no les hablen otros idiomas a sus hija/os. Algunas familias, por temor de que sus hija/os desarrollen un tartamudeo u otros trastornos lingüísticos, eligen no enseñarles su idioma de herencia y al tomar esta decisión, la/os perjudican involuntariamente. Estos mitos fueron propagados por estudios erróneos que aparentaban ser respetables. Estas investigaciones comparaban el rendimiento de estudiantes privilegiados con alumnos bilingües que proveían de comunidades marginadas. Los investigadores concluyeron que el uso de varios idiomas era dañino e ignoraron las vulnerabilidades socioeconómicas; señalaron al bilingüismo, y no a la pobreza, como el problema. Aunque estos estudios han sido desmentidos hace mucho tiempo, se han plasmado como verdades, en gran parte, porque apoyan ideologías anti-inmigrantes y racistas que insisten que las personas de color, y sus idiomas, son inferiores.

“No quiero que mis hija/os hablen con acento”, era repetido con frecuencia por padres latina/os que no quisieron enseñarles español a sus hija/os. A esta afirmación usualmente le seguía, “porque no quiero que sean discriminados”. En realidad, todos tenemos acentos. Los lingüistas definen acento como una forma particular de hablar distintiva de una nación, ubicación o individuo. Por lo tanto, es imposible hablar sin un acento. Para los californianos, las personas de Nueva York, Texas, y Chicago tienen acento y viceversa. Los irlandeses y los australianos notan el acento estadounidense de la/os turistas y los individuos de las metrópolis señalan el acento de las personas de zonas rurales. Los acentos que se consideran indeseables o anormales en cualquier grupo son contextualmente determinados. Jesús, el hijo de Dios, tenía un acento[6] diferente al del grupo en poder. A pesar del hecho que toda/os tenemos acentos, no todos los acentos son aceptados por igual. En los EE.UU., los acentos británicos y franceses son considerados sexis o sofisticados mientras que los acentos indios o nigerianos son despreciados. La preocupación de que la/os niña/os serán discriminada/os por su acento particular es válida y bien fundamentada. Sin embargo, la/os niña/os latina/os también serán discriminada/os por su color de piel, su apellido en español o por vivir en un sector específico. Les dejamos de enseñar español a nuestra/os hija/os como una estrategia de protección, como un mecanismo de supervivencia disfrazado de elección. Sacrificamos la capacidad de nuestros descendientes de poder comunicarse con su propia familia a la merced de ideologías racistas. Intercambiamos forzosamente nuestra habilidad de poder comunicarnos con nuestras familias a cambio de un poco de aceptación de un sistema que no nos reconoce en la imagen de Dios. La aceptación basada en la negación de partes de nuestra identidad, que nos pide que nos odiemos a nosotros mismos y nos exige que cortemos toda conexión con nuestras comunidades, no es aceptación, es opresión.

La asimilación es un salvavidas poroso creado por un sistema racista que confunde la uniformidad con la unión. La asimilación nos exige que nos lastimemos a nosotros mismos. La asimilación atenta contra la creatividad de Dios y rechaza los cielos descritos en Apocalipsis: “Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano” (7:9, NVI). Estamos unidos por un único Dios, integrada/os a su familia, pero nuestras diferencias no son borradas – son bienvenidas, celebradas y diseñadas por el Espíritu.

Quería decirte sana, sana, colita de rana pero para protegerte te murmuré, everything will be ok. Quería darte un apapacho but instead, I gave you a hug. Quería que supieras que a Dios le hablamos de tú, que ‘extended family’ es inexistente y que el ‘si Dios lo permite’ y ‘con el favor de Dios’ forman parte de nuestro andar. Quería que el español no fuera background noise to you, como un eco atrapado en el olvido. They held a gun to our head and said, “give us your children’s Spanish or we will kill them.” Mijito, I couldn’t see you die. I gave them what they wanted. Quería que entendieras las palabras en este poema, quería que no te sintieras como foráneo en tu propia familia, quería que el abuelo te contara sus historias, pero también quería, quería que sobrevivieras…[7]

Visualiza lo siguiente: Una hispanohablante camina hacia la tienda. Compra leche, regresa a su casa apresuradamente y contesta una llamada. ¿A quién te imaginaste? ¿Cuál fue el origen étnico de la persona que visualizaste? Es muy probable que tu referente visual fue de una persona latina. Si tú eres latina/o, pudiste haberte imaginado a ti misma/o o a un pariente. Los idiomas están intrínsecamente asociados a ciertos grupos de personas y el español en los EE.UU. es inmediatamente vinculado a inmigrantes latinoamericanos. La noción que tiene un país de un grupo de personas impactará directamente la percepción del idioma hablado por ese grupo.

Cuando las personas anglosajonas hablan español, se considera una habilidad global. Cuando la/os latina/os lo hablan, se considera una amenaza en contra del país

- Dr. José Medina

Se estima que el 50-70% de la población global es bilingüe o multilingüe[8]. En muchas partes del mundo, incluyendo Asia, Latinoamérica y Europa, la educación multilingüe es la norma y la importancia de los idiomas es enfatizada. Muchas familias adineradas pagan a tutores privados y, sin embargo, en EE.UU., donde tenemos la oportunidad de estar en comunidad y aprender de individuos de diversos trasfondos lingüísticos, desalentamos el bilingüismo. Empero, el bilingüismo no es desalentado por igual entre todos los grupos étnicos. La gente de color, específicamente, es castigada por sus habilidades lingüísticas mientras que las personas anglosajonas, son admiradas por sus destrezas. “Kylie La Gringa King”, se convirtió recientemente en una sensación de TikTok por hacer videos en donde aparece hablando español, específicamente una variedad coloquial mexicana, mientras realizaba tareas cotidianas. Sus esfuerzos son aplaudidos públicamente y su español admirado. El aprender un nuevo idioma es una tarea laboriosa y profunda. Se necesita dedicación, humildad y valor para aprender una lengua nueva y Kylie sí debe ser reconocida por sus esfuerzos, pero también Alejandra, Natalia, José y Ernesto. En cambio, la/os latina/os son discriminada/os por hablar español, pero también antagonizada/os en sus propias comunidades por no hablarlo.

Me encontraba en el autobús con mi mejor amiga cuando le hice una pregunta en español a una niña que obviamente era latina. “No hablo español”, me respondió, con un tono de cansancio. Mi amiga y yo nos reímos y murmuramos, “esta quien se cree, si tiene el nopal en la frente[9]”. Recuerdo perfectamente haberme sentido ofendida de que otra latina fingiera no hablar español. Años después, mientras estaba en un curso universitario desenterrando mi historia, sentí el impulso desenfrenado de encontrar a esa niña en el autobús y pedirle perdón.  

La vergüenza ha agobiado continuamente a la comunidad latina estadounidense. Nos han avergonzado por hablar en español y también nos hemos avergonzado los unos a los otros por no hablarlo o no hablarlo tan bien como según creen deberíamos hablarlo debido al tono de nuestra piel. La humillación es una estrategia pedagógica inefectiva. Si hablas español y deseas alentar a otra/os latina/os a aprender el idioma, no la/os humilles. El veintisiete porciento de la población latina estadounidense no habla español en casa[10]. La poeta Melissa Lozada-Oliva describe su relación con el español como un “miembro fantasma que da comezón” y que está “buscando palabras y solamente encontrando aire”. Muchos aprendices de herencia[11] están trabajando incasablemente en las clases de español y en otros entornos para poder reconectarse con el idioma. Para la/os latina/os estadounidenses, el español no es simplemente una habilidad global o una forma de ampliar su currículum – es la oportunidad de reconectarse con sus seres queridos de una forma más profunda; es la posibilidad de entender las historias que marcaron a sus familias. La poeta negra méxico-estadounidense Ariana Brown, expresa este desasosiego emocional que sienten mucha/os latina/os aprendices del español en un poema conmovedor titulado, Queridas niñas anglosajonas en mi clase de español: ¿cómo se siente ser turista en los pasillos de mi vergüenza? ¿De no tener que cargar con la expectativa de hablar mejor de como lo hablas? ¿Cómo se siente aprender un idioma extranjero por mera diversión? ¿El no deberle nada a tu historia?[12]

El español es resistencia en este país. El que un/a latina/o aprenda o hable español es un acto de resistencia. El probar su latinidad no debe ser el factor que impulse el aprendizaje del español. El enseñarles español a futuras generaciones no puede estar vinculado a cuestiones de autenticidad cultural o legitimidad y “la habilidad lingüística no debe ser usada en contra de la/os hija/os de la diáspora[13]”. Sin embargo, el hablar español nos permite crear lazos más profundos con nuestras comunidades; nos ayuda a explorar partes de nuestra herencia que pueden ser iluminadas más claramente bajo la luz del español y nos permite aprender de las teologías de nuestras abuelitas.

Me inculcaste el amor hacia mi idioma. El español abrazaste, como agua lo valoraste. El inglés lo aprendiste, como lengua adicional lo quisiste. I love learning Spanish, I told my mother and it warmed her heart. I’m a child of God, I said. Un hijo de Dios, I smiled. Yahweh’s words echoed in me: “All languages are beautiful, Juan. Spanish will give you wings and help you fly.” Excited, el español usé y el Spanglish también lo adopté. Now, I’m in my home, tomando café con pan y leyendo la historia de Rut con mis nietos[14].  

Sobre la DRA. ITZEL meduri soto

La Dra. Meduri Soto es una académica del barrio que se esfuerza por producir material académico que honre y destaque a su comunidad. Su fe es lo que motiva su pasión por la justica y su esfuerzo por revelar las formas en que ciertas ideologías del lenguaje son diseñadas para operar injustamente en contra de nuestras comunidades. Su trabajo reconoce el lenguaje como una herramienta poderosa y promueve la diversidad lingüística en sus diferentes manifestaciones. Las identidades biculturales y bilingües son centrales para el trabajo de la Dra. Meduri Soto. Ella es profesora de Español en la Universidad Biola, donde instruye a estudiantes de segundo idioma y lenguaje heredado. Para conocer más sobre su trabajo, sígala en Instagram: @la.dra.itzel


Footnotes

[1] “El español crucificado” (2020) por Itzel Reyes.

[2] Census Bureau’s American Community Survey (2019).

[3] Véase el libro de la Dra. Rosina Lozano titulado, “An American Language: The History of Spanish in the United States” (2018).

[4] Instituto Cervantes (2015). Para ver el artículo completo, haga clic aquí.

[5] “Burying my Language” (2020) por Itzel Reyes.  

[6] Los galileos eran campesinos bilingües en arameo y griego, como explica el Dr. Robert Chao Romero en, Brown Church: Five Centuries of Latina/o Social Justice, Theology and Identity (2020).

[7] “Our Spanish is Hostage” (2020) por Itzel Reyes.

[8] Grosjean, Francois. Bilingualism’s Best Kept Secret (2010).

[9] Con el nopal en la frente es una expresión mexicana peyorativa.

[10] Pew Research Center (2015).

[11] Un individuo que tiene una conexión cultural con el lenguaje que está aprendiendo.

[12] Dear White Girls in my Spanish Class (2017).

[13] Emanuel Padilla. Too Much or Not Enough (2020)

[14] “El español resucitado” (2020) por Itzel Reyes.