Son pobres porque son perezosos


Las palabras de Richard Delgado me dejaron desconcertado. Al terminar de leer su ensayo, seguí meditando sobre lo perturbador de este fragmento:

“Los latinos estadounidenses se encuentran desproporcionadamente en estado de pobreza y muchos dejan la escuela sin terminar. Un estudio de las Naciones Unidas concluyó que, si se considerara a todos los latinos que residen en Estados Unidos como un país a parte, ese país estaría en el lugar número 35 en el mundo en bienestar social, incluyendo sueldo, educación y acceso a la atención médica”.

En ese fragmento, Delgado se refiere al reporte de desarrollo humano de las naciones unidas de 1993. Ese mismo documento señala que “si en los Estados Unidos, se evaluaran por separado, las estadísticas de desarrollo humano de la población blanca, negra e hispana, los blancos quedarían en el primer lugar en el mundo”. La comunidad latina en Estados Unidos en aquel momento habría quedado en el lugar número 35; mientras que los blancos estaban en primer lugar. Delgado también señala que “esa disparidad racial observada en el reporte de 1993 sólo se incrementó y ahondó”. El reporte del desarrollo humano de las naciones unidas del 2001 reveló que mientras la población blanca de EE.UU. se mantuvo cerca de los primeros lugares en las estadísticas de desarrollo humano mundial, los estadounidenses latinos bajaron aún más, a la posición número 68.  

Percibiendo el sufrimiento de mi gente

Al leer estos números tan nefastos recordé la primera vez que experimenté la pobreza de Puerto Rico. Recuerdo que mi abuela manejaba y yo iba en el asiento de copiloto, y mientras pasábamos por comunidades dilapidadas, mis jóvenes ojos, que sólo conocían mi vecindario clase media de New Jersey, comenzaron a producir lágrimas. Yo nunca había presenciado semejante catástrofe. A esta gente, mi gente, los consumía la desnutrición extrema. 

“Mira, Nathan” me dijo mi abuela, “ellos son muy pobres y están sufriendo y Dios nos llama a amar y cuidar a los pobres, no podemos ignorar esta realidad”. 

Unos días después, durante ese mismo viaje, hablé con uno de mis familiares sobre la pobreza que había visto, “Ah, sí, hay mucha gente pobre en Puerto Rico; pero ellos son pobres porque son perezosos, lo mismo se ve en EE.UU”. 

El tono y los comentarios indolentes de mi familiar me estremecieron; cuando presenciamos la miseria de nuestra gente, mi abuela no había hecho mención alguna a ningún tipo de pereza. Mi abuela sólo me habló de nuestro llamado divino de amar y cuidar a los pobres. Claro, mi abuela no me explicó el porqué de la pobreza de mi gente, pero el contraste entre su énfasis en la actitud llena de amor al prójimo y la explicación tan reducida y simplista de este familiar hacia una pobreza tan extrema, me dejó perplejo. 

Regresando al presente 

Siento escalofríos en todo el cuerpo al recordar esas experiencias. Volví a tomar el ensayo de Delgado para releer ese fragmento. ¿Cómo hago para comprender estas verdades, la pobreza de la que he sido testigo, y lo que me han dicho mis familiares? 

Esta pregunta que tiene tantas dimensiones se hace aún más compleja cuando analizamos información actualizada. Ed Morales escribe que “en promedio, los precios en Puerto Rico son alrededor de 20% más altos que en los EE.UU”. Sin embargo, estos porcentajes se ven en “áreas metropolitanas como Nueva York y Miami”; estas dos ciudades sólo tienen niveles de pobreza del “12% y 24%, respectivamente” mientras que el "41% de la tasa de pobreza que tiene Puerto Rico (comparado al promedio de 14,3% que tiene EE.UU.) representa un porcentaje de la población muchísimo más alto a la cuál se le dificulta simplemente comprar los víveres", enfatiza Morales. "Esta tasa tan alta refleja la concentración de pobreza que uno esperaría ver en las áreas retiradas de las ciudades de EE.UU., mostrando así como los problemas socioeconómicos "americanos" se reproducen en el territorio aislado de una isla"escribió Morales hace dos años; hoy en día la tasa de pobreza en Puerto Rico es de 43.5% (la cuál es dos veces más alta que la de Mississippi, que tiene la tasa de pobreza más alta de Estados Unidos). 

Estos porcentajes tan espantosos ponen en evidencia un sufrimiento humano muy profundo. Esto nos obliga a preguntar nuevamente, ¿cómo debemos entender estás verdades, la pobreza que yo presencié, y lo que mis familiares me explicaron? Permítanme ofrecer tres reflexiones bíblicas que deberían servir de referencia para cada cristiano que intente responder estas preguntas.

Reflexión Bíblica número uno: pereza y Necesidad

La Biblia identifica la pereza como una causante de la pobreza. Esteban Voth escribió, “el libro de Proverbios establece que una de las razones que contribuyen a la existencia de la pobreza es la pereza. Consideremos, por ejemplo, los siguientes versículos.

“La pereza te lleva a un sueño profundo; pasarás hambre si eres negligente”. (Proverbios 19:15)

“Llega el invierno y el perezoso no siembra; cuando llega el verano, no halla comida”. (Proverbios 20:4)

“No seas dormilón, y jamás serás pobre; no pegues los ojos, y el pan nunca te faltará”. (Proverbios 20:13)

“El perezoso se muere de deseos, pero no es capaz de ponerse a trabajar”. (Proverbios 21:25)

Tres de estos versículos relacionan la pereza con el hambre; y otro con la muerte. Por lo tanto, estos escritos revelan su contexto agrario, y también establecen cuales son las consecuencias letales de la vagancia. 

Sin embargo estos pasajes hacen referencia a la pobreza individual, no a la pobreza en forma colectiva. Tres de estos versículos hablan específicamente sobre una persona perezosa. Ese “te” usado en Proverbios 20:13 es singular. El hecho de que se hable de algo tan específico es importante, porque, como debate Ibram X. Kendi, “los comportamientos individuales pueden marcar el éxito de los individuos, pero las políticas determinan el éxito de los grupos”. 

Cuando Isaías y Amós reprendieron a Israel por oprimir a los pobres, ellos resaltaron como Israel, con sus políticas y prácticas contrarias a su pacto con Dios estaban produciendo y perpetuando la pobreza, en este contexto, nos referimos a políticas y prácticas contrarias a la ley y pacto Mosaico. Isaías escribe lo siguiente:

“El Señor se dispone a litigar. Ya ocupa su puesto para juzgar a los pueblos. El Señor abrirá juicio contra ustedes, ancianos y príncipes de su pueblo, porque han devorado la viña y tienen en sus casas lo que les arrebataron a los pobres. ‘¿Qué se creen ustedes, los que aplastan a mi pueblo y muelen a golpes el rostro de los pobres?’ —Palabra de Dios, el Señor de los ejércitos.”. (Isaías 3:13-15)

El Señor condena a un grupo elitista: los ancianos y los príncipes, por establecer y exacerbar la pobreza a través de sus prácticas y políticas contrarias al pacto con Dios. Igualmente Amós declara lo siguiente: 

“Así ha dicho el Señor: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo. Porque han vendido al justo por dinero, y al pobre por un par de zapatos; han aplastado en el suelo a los desvalidos, han torcido el camino de los humildes; ¡hijos y padres profanan mi santo nombre al acostarse con la misma joven! Junto a cualquier altar se acuestan sobre las ropas que reciben en empeño, y en la casa de sus dioses se embriagan con el vino que reciben como multa”. (Amós 2:6-8)

La élite de Israel explota y oprime a los pobres, llenándose hasta más no poder con los recursos limitados de la comunidad, haciendo aún más agudo el sufrimiento del pobre. Ninguna de estas condenas vienen con un tono individualista, todas se enfocan en grupos y sus dinámicas y cada una hace eco de escritos que podemos encontrar en el libro de Proverbios.  

Reflección bíblica número dos: Injusticia y pobreza

A pesar de que el libro de Proverbios identifica a la flojera como una causante de la pobreza de forma individual, el mismo también identifica niveles de injusticia social como la causa de la pobreza comunal. Como bien lo observa Esteban Voth, ya que el mismo libro “propone que muchas veces la pobreza es el resultado de la injusticia”, los lectores “no deben generalizar y atribuirle la existencia de la pobreza solamente a la pereza”. Por ejemplo, consideremos el siguiente versículo

“En el campo de los pobres hay mucha comida, pero se pierde cuando no se imparte justicia”. (Proverbs 13:23)

Los versículos de Proverbios que consideramos en la sección anterior conectan la pereza individual con la pobreza y el hambre individual, mientras que Proverbios 13:23 conecta la escasez del campo de la gente pobre con la injusticia social. Es decir Proverbios 12:23 tiene un parecido increíble a los textos de Isaías y de Amós que ya consideramos. 

También mantienen similares aspectos en común. Voth propone que, “a diferencia de la literatura sapiencial, para los profetas la verdadera causa de la pobreza se encontraba en la presencia de la injusticia. Esta injusticia que había sido institucionalizada tanto en la realeza como en el clero”.

Pudimos notar la institucionalización de esos males en la sección anterior, y aquí podemos notar que los proverbios hacen eco de lo que nosotros y Voth leemos en las palabras de los profetas. 

“El gobernante que oprime a los pobres es como una tormenta que arrasa los trigales”. (Proverbios 28:3)

“Oprimir al pobre es afrentar al Creador; tener misericordia del pobre es honrar a Dios”. (Proverbios 14:31)

“Oprimir al pobre para hacerse rico, o hacer al rico más rico, conduce a la pobreza”. (Proverbios 22:16)

“No te aproveches del pobre porque es pobre, ni prives al afligido de un juicio justo, porque el Señor defenderá su causa y les quitará la vida a quienes les quiten todo”. (Proverbios 22:22-23)

Isaías y Amós reprenden a la realeza por perpetuar la pobreza, así como Proverbios 28:23. Isaías y Amós amonestan al grupo élite de Israel por explotar a los pobres, y Proverbios 22:16 y 22:22-23 anticipan esta amonestación. También Isaías y Amós resaltan cómo la élite de Israel insultaba a Dios al oprimir al pobre.

Al reflexionar en la totalidad del testimonio de las Escrituras, Elsa Tamez propone que “En la Biblia podemos ver que la causa básica de la pobreza es la opresión”. En este caso Tamez se está enfocando en la pobreza comunal; y con ese enfoque, continúa con el siguiente punto: “Los opresores le roban a los oprimidos y los empobrece. Por lo tanto, los oprimidos son aquellos que han sido empobrecidos, ya que los opresores oprimen a los pobres porque son pobres y no tienen poder, pero los pobres se han convertido en pobres precisamente porque han sido oprimidos primero”. Tamez, con un tono profético y proverbial concluye que, “La principal motivación para oprimir es el afán de acumular riquezas, y este deseo está conectado al hecho de que el opresor es un idólatra”. Isaías y Amós no amonestan a los pobres de Israel por ser perezosos, no los exhortan a esforzarse más para superarse; por el contrario, ellos amonestan a la élite y gobernadores de Israel por sus políticas injustas y la implementación de prácticas marcadas por la idolatría.  

Reflección bíblica número tres: Injusticia legal y pobreza

Los gobernadores y aquellos pertenecientes a la clase elitista muchas veces utilizan la ley para promover la explotación y la pobreza y esa es precisamente la razón por la cual Isaías condena a la élite de Israel.  

“¡Ay de los que dictan leyes injustas y emiten decretos opresivos! Con ellos evitan la defensa de los pobres, y les niegan la justicia a los afligidos de mi pueblo; ¡despojan a las viudas y les roban a los huérfanos!” (Isaías 10:1-2)

Estas leyes injustas son completamente contrarias a las leyes que Dios estableció en su pacto mosaico con su pueblo:

“Cuando coseches tu trigo, no siegues hasta el último rincón de tu campo, ni espigues la parte segada. No rebusques tu viña, ni recojas las uvas que se te caigan; déjalas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor tu Dios”. (Levítico 19:9-10)

“Porque el Señor su Dios es Dios de dioses y Señor de señores; es Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni acepta sobornos; que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama también al extranjero y le da pan y vestido. Así que ustedes deben amar a los extranjeros, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Al Señor tu Dios temerás, y sólo a él servirás, y a él seguirás, y por su nombre jurarás”. (Deuteronomio 10:17-20)

Dios establece leyes con la finalidad de cuidar del pobre y remediar el problema de la pobreza; por lo que amar y alabar a Dios implica saber que Él hace justicia a favor de los marginados y se opone a los regímenes opresivos que ocasionan pobreza, así como el de Egipto. 

 Concluyendo con Puerto Rico

Volviendo a los datos grotescos sobre la pobreza en Puerto Rico y a la pregunta tan compleja que nos hicimos anteriormente: ¿Cómo podemos entender estas verdades, la pobreza de la que he sido testigo, y lo que me han dicho mis familiares? Por un lado podemos ver que mi abuela estaba en lo correcto al señalar la importancia del llamado de Dios a cuidar de los pobres; debemos amarlos, y de la misma manera amar el hecho de que los creó tanto a ellos como a nosotros, por el contrario podemos ver que la conexión inmediata que hicieron mis familiares de la pobreza en Puerto Rico con la pereza genera dudas cuando se mira desde un punto de vista bíblico. Las Escrituras conectan ese tipo de pobreza, a nivel social, con las injusticias sociales propagadas por las élites regentes, mientras que mis familiares se conformaron con una visión limitada que solo es válida cuando hablamos de comportamiento individual.   

Hablando bíblicamente, debemos evaluar la pobreza presente en Puerto Rico en términos de una perversidad sistemática propagada por la élite regente y las políticas y prácticas impuestas para promoverla. Esto requiere que analicemos y condenemos a estas élites dentro la isla, pero al mismo tiempo, requiere que analicemos a las élites dentro del colonizador de Puerto Rico: Estados Unidos.

Lo que Delgado señala sobre los latinos, generalmente se aplica a Puerto Rico particularmente: Los latinos necesitan obtener su libertad de “las insignias y los incidentes de la conquista, incluyendo la pérdida de su tierra ancestral, la destrucción de su cultura, la represión de sus idiomas nativos, y del sistema escolar del Estado, que se ha encargado sistemáticamente de borrar sus historias”. Así como lo escribí en otro artículo, la élite blanca de Estados Unidos, creó leyes para gobernar las relaciones entre EE.UU. y Puerto Rico, con el propósito de solidificar estas insignias y la respectiva pobreza que estas conllevan. Estas leyes y las estructuras económicas que estas protegen arremeten contra Puerto Rico y contra su gente pobre. Además, otras figuras académicas como Ed Morales y Teresa Delgado han mostrado cómo la élite de Puerto Rico, como por ejemplo Ricardo Antonio Rossell, se han encargado de sumarle el amiguísimo y la dominación doméstica a estos males; y a diferencia de Zaqueo, estas élites opresivas nunca devuelven lo que han robado. Descolonizar esta catástrofe de múltiples orígenes requiere que confrontemos la idolatría y la explotación similares a las existentes en Egipto y Roma. 

DOCTOR NATHAN LUIS CARTAGENA

Hijo de la unión del sur de E.E.U.U (por su madre) y Puerto Rico (por su padre), el doctor Cartagena es un profesor asistente de filosofía en Wheaton College (en Illinois). Allí, enseña clases sobre raza, justicia y filosofía política, y es parte del centro de estudios del cristianismo primitivo en Wheaton. Sirve al grupo estudiantil “Unidad Cristiana” como profesor consejero. La función de este grupo es fomentar la unidad entre cristianos y celebrar las culturas latinas. También es parte del equipo académico de World Outspoken y es uno de los presentadores de nuestro Podcast “From the Underside”. Actualmente está escribiendo un libro sobre teoría racial crítica con IVP Academic.

Traducido por: Roselyn Vásquez


Recursos como este son posibles gracias al apoyo de lectores como usted.

Dona hoy y ayúdanos a seguir produciendo recursos para la iglesia mestiza.

Donate